7 meses hemos pasado este año en Nepal. Un país que nos ha adoptado y que nosotros hemos elegido con sumo agrado. La humildad y hospitalidad de la gente, su naturaleza, su religión, la espiritualidad, la comida, las aldeas, el clima y porque no decirlo: lo barato que es la vida para nuestra economía.
El país de los Himalayas, es uno de mis lugares favoritos en el mundo, y sé que si hay algo que me ha permitido disfrutar de este país, es mi posición privilegiada en Él. La posibilidad de vivirlo como extranjero y sin estar ligado a la frágil economía local.
Porque digo esto?, porque así como para nosotros Nepal es un paraíso, este es uno de los países más pobres del mundo, con un 25% de su población viviendo por debajo de la línea de la pobreza. De 194 países en el mundo, Nepal está ubicado entre los últimos 30 si se toma en como referencia el ingreso per cápita.
Si, también hay que saber que de los 28 millones de Nepalíes, el 80% se dedica a la agricultura a pequeña escala y vive en aldeas o pequeños pueblos donde el dinero poco significa. Pero de todas formas, estamos frente a un país extremadamente pobre, donde la agricultura da de comer a quienes viven en las aldeas, pero también donde a la gran mayoría de las personas que no tienen tierra, el turismo ha sido la principal fuente de ingresos durante décadas.
Hoy, con la desaparición del turismo debido al pánico global, millones de personas se han quedado sin nada. El gobierno ha demostrado que de socialista solamente le queda el nombre y en cambio, ha dejado en manos de ONG´s o familias generosas, lo que ha ellos les tocaba hacer.
En fin, lo que quería en este artículo, era contarles una pequeña historia que nos pasó hoy de mañana cuando junto a Pame, fuimos a renovar nuestras visas para poder quedarnos en Nepal hasta fin de año.
Estamos viviendo en una pequeña aldea cerca de la ciudad de Pokhara (donde está la oficina de inmigración), y para llegar a la ciudad tenemos que remar unos 30 minutos por un lago y luego caminar otros 30 hasta la oficina.
Como no somos muy de ir a la ciudad, el tiempo fue pasando y cuando quisimos acordar, ya estábamos en el último día para cumplir con la formalidad. Justo el día más lluvioso de la semana!!
Pero ya sin más opción, nos pusimos camperas de lluvia, remamos y bastante mojados llegamos a la ciudad. Nos dispusimos a caminar, y luego de unas cuadras nos miramos y dijimos:
— Taxi? — Le pregunté a Pame que acarreando un resfriado, ya llevaba además sus zapatillas bien mojadas.
— mmm, si,estaría lindo —
— Si, esta bien. Creo que ahí en la esquina hay uno — y diciendo esto, nos encaminamos hacia una esquina donde había dos hombres en cuclillas, que bajo un techo se mantenían al cubierto de la lluvia y conversando en voz baja
— Namaste mero sathi — ¿Nos llevas hasta la oficina de inmigración? —
— ¡Pero claro! — Dijo el hombre saliendo rápidamente de su posición, y junto a una sonrisa gigante, ya estaba abriendo la puerta de su auto.
— ¿Cuánto nos cobras? —
— 300 —
— Bueno, que sean 200 — le dije, haciendo gala del tradicional ajuste de precios Indio-Nepali, y al mismo tiempo saltando junto a Pame al asiento trasero del pequeño Maruti Suzuki.
En el camino, aprovechando el tiempo para practicar mi Nepalí, fuimos conversando con el taxista, el cual nos contó cuán duro habían sido todos estos meses.
¡Recién hacía 2 días que los taxis habían vuelto a ser autorizados para llevar clientes y nosotros éramos sus primeros clientes desde el 16 de Marzo!
Este año había sido sumamente difícil para Él, ya que no tenía ahorros. Durante los pasados 6 meses El y su familia se alimentaron exclusivamente de arroz y lentejas, y para eso tuvo que pedir un préstamo que ahora, no sabía cuando podría pagar.

Ahora, por más que podía salir a la calle, no tenía dinero para la nafta, y señalando el tablero, me mostró que íbamos en reserva.
Yo asentía mientras escuchaba su historia, y aunque cuando llegamos decidimos darles unas rupias de más, no le preste demasiada atención a su historia. Aun así, como había sido simpático y queríamos ayudarlo, acordamos que nos esperaría hasta que terminemos el trámite y luego nos llevaría de regreso.
Una vez en la oficina, además de extender la visa, nos encontramos con toda la barra sudamericana y el trámite de 20 minutos se extendió a una hora, momento para el cual nuestro amigo entró a la oficina y me preguntó si volvíamos.
Ya siendo conscientes del tiempo que había pasado, volvimos al taxi y nuestro amigo estaba con una energía y una felicidad renovadas!.
Conversando de nuevo en Nepalí, nos anunció orgulloso que durante la espera, había hecho 2 viajes más! Que los Dioses finalmente le sonreían y que le habíamos traído mucha, pero mucha buena suerte! Luego, durante el viaje, nos contó con lujo y detalle cómo habían sido esos dos viajes que para él, además de ser un regalo del cielo, eran sin duda un símbolo de que quizá el tiempo de penurias ya esté pasando.
Una vez en destino, y antes de bajarnos del taxi, nos dimos la mano y no sin cierta sorpresa, vi como humildemente se la llevaba a la frente.
Cuando levantó la cabeza, pude ver sus ojos humedecidos, y una pequeña lágrima cayendo sobre su mejilla izquierda ….
En ese momento, me di cuenta de la magnitud y a su vez, el anonimato de la historia de este hombre. Su hambre había sido real, su tristeza infinita y la vergüenza de no haber podido llevar el sustento a su familia durante tantos meses, seguramente lo debe haber destrozado por dentro. Pero hoy, quizá todo eso haya llegado a su fin, y mediante esa lágrima, sentí que este hombre liberaba toda esa tristeza para dar paso a una nueva etapa…
Salí del auto con aire confuso, y mientras le contaba a Pame lo que había sucedido, el taxista se marchó, no sin antes tirar unos besos a Pame y agradecerle con las palmas juntas sobre su cabeza y con lágrimas en los ojos.

Y así, con esta pequeña historia anónima, una vez más me pregunto: y a todos los que sufren hambre por culpa del miedo que quienes toman las decisiones le tienen al virus, quien los cuenta? Hay alguna estadística que nos diga cuántas familias se han quedado en la calle por miedo al Covid? Hay alguna cuenta que la OMS haya hecho para calcular cuántos hombres y mujeres del mundo se han quedado sin trabajo? ¿Alguien se ha puesto a pensar cuantas personas del planeta se han quedado sin nada más que la ayuda de otros para llenar su estómago? Nadie se preguntó si quizá hubiese gente que entre el hambre y el “riesgo de contagio”, hubiese preferido lo segundo? No es nuestro derecho innato elegir que riesgos tomar y poder ser dueños de nuestro destino? Me pregunto: quienes hoy están en el poder, y tienen la facultad de tomar las decisiones sobre los demás mortales, han sentido alguna vez la vergüenza de no poder llevar comida a sus casas?
Yo gracias a Dios nunca lo he sentido, y por eso mismo, no creo que alguien pueda tomar esa decisión por otro. Al fin y al cabo, todos nacimos iguales, y creo, ya que no todos tenemos las mismas oportunidades, al menos deberíamos tener los mismos derechos, y en ese manto, la libertad de trabajar, debería ser innegable.
En fin, creo que a esta altura de la histeria mundial, es hora de hacer números y contar. Quizá los verdaderos destrozos no lo esté creando el virus, sino el miedo y por ahi también … la histeria colectiva.
Gracias por llegar hasta acá, y estaré feliz de leer tus pensamientos en la sección “comentarios”.
Un abrazo!
Martin
8 comentarios en “Opinión personal: la verdadera pandemia no es el covid, es el hambre que el miedo trajo.”
De esas historias está repleta India y Nepal antes del COVID, no puedo ni imaginar lo que será ahora. Son historias entre millones de historias, pero no todo el mundo tiene el corazón para percibirlas y lograr empatía con el narrador.
Tengo en mi recuerdo de cuando estuve hace unos años ahí, de que son pueblos fuertes espiritualmente, su fe los hace ver las adversidades de la vida de una manera que para nosotros sería imposible. Son lugares hermosos, que hay que conocer al menos, una vez en la vida.
Y esto… «para llegar a la ciudad tenemos que remar unos 30 minutos por un lago y luego caminar otros 30 hasta la oficina» de una sencillez y naturalidad que me deja sin palabras.
Viajo con cada post de ustedes! Abrazo desde Mvd.
Hola Erica!! MUCHAS GRACIAS por pasarte por el blog y dedicarle unos minutos de tu día a esta lectura. Esta es una pequeña historia que sin dudas se repite a lo largo y ancho de India, Nepal y de todo el planeta. Poco podemos hacer para cambiarlo, pero mucho podemos hacer si todos despertamos la empatía, somos consientes de la realidad de muchos, y al menos si no podemos cambiar su vida, somos humilde con la nuestra 🙂
Si, para nosotros India & Nepal son lugares mágicos, y si así lo son, sin dudas es por la gente. Su tradición ha moldeado su personalidad con una humildad y espiritualidad admirables, rasgos que por momentos en nuestra cultura se ven opacados por la carrera del día a día.
Pero bueno, así es la vida y así es el mundo. Nos queda cambiar nosotros e intentar ser mejores cada día que vivimos. Un gran abrazo!!!
Ay Martín que triste y cercano tu relato, me dio mucha tristeza leer, sin duda esta pandemia ha sido desastrosa para todo el mundo, el miedo a no tener que comer ha sido más fuerte que el temor al virus. Acá en Chile mucha gente quedó desempleada (la población más pobre, trabajadores informales), el gobierno solo atinó a proteger las empresas, poco y mal repartidos los bonos… los mismos pobladores organizaron ollas comunes para sobrellevar todo esto. Finalmente se pudo optar por retiros de los fondos de pensiones …
todo te hace pensar cómo puedes ayudar desde tu lugar?
Cariños a los dos
Hola Pame!! Muchas gracias por entrar al blog y leer esta pequeña reflexión! :). Si sin dudas esta historia no es única de Nepal, y se repite en cada uno de los países del mundo, y que en la gran mayoría de ellos ha demostrado la carencia de verdadero liderazgo que tienen. Este era el momento donde se necesitaban verdaderos líderes, y en cambio, yo solamente vi a políticos de plástico ceder ante la presión y el miedo, y poco hacerse cargo del lugar donde la misma gente los puso…
En fin. Nosotros poco más podemos hacer que ayudar a quienes tenemos cerca. A ese vecino, a esa persona que vemos en la esquina con poco, a ese taxista que no tiene trabajo. Dar trabajo, dar la posibilidad de que lleven comidas a sus casas, ayudarnos mutuamente es lo que podemos hacer. Pero quizá el gran cambio sea ser conscientes de lo que esté pasando, y no alimentar el miedo ni la histeria general.
Un gran abrazo Pame!!
En verdad esta historia produce tristeza y orgullo de esta persona, que sobreviví en estos tiempos. Yo Martín te puedo contar, que acá en nuestros país, hay mucha gente que también está sobreviviendo. Que la pandemia pasa a segundo plano, y que muchos/as lo están pasando muy mal… Y se vienen tiempos más difíciles. Esta pandemia marca cada día mas la brecha del que tiene y de aquellos que sobreviven. Y lentamente arrastra a los que estamos en la línea!!!
Creo como tu, que ningún gobernarte puede imponer (la pandemia / y el hambre) y creo realmente que esto es mu ho más profundo que mis palabras. Por momentos siento como en el mundo ( ciertos sectores de poder) Viven y que todo esto, es inicio de otras pandemias para terminar con los más desfavorecidos!!!… Ojala me equivoque y este universo nos devuelva otra oportunidad… Señalando y aprendiendo de las cosas simples de esta vida. Abrazo chicos (Pame y Martín)
Hola Vivii!!!! Gracias por leer el post y dejar tu comentario. Si, han sido tiempos muy duros y lamentablemente quizá se vengan más. La brecha social ha existido desde que el hombre se hizo sedentario. Mientras el poder sea para los más ambiciosos, y los «políticamente más listos» (algo que cada vez sucede más), la sociedad seguirá siendo desigual. Aún así, como «normales» podemos hacer pequeños cambios y creo que el ser empáticos con el otro, humildes, alegres, y agradecidos, ya es un gran cambio. Tu ya lo viste aqui en India con nosotros, y solamente un cambio de actitud, tiene un verdadero poder para cambiar vida.
Esperemos que todo sea para mejor y que como sociedad «evolucionemos» en lugar de «involucionar». Un gran abrazo Vivi!!
Hola Martín y Pame. Gracias por esos aportes tan valientes y auténticos, no exentos de algún -indudable- aspecto polémico o «incorrecto políticamente», que es la mejor forma de promover la reflexión. Y lo digo desde la comodidad de mi casa, al lado de una estufa a leña mientras miro un partido de fútbol de la Premier League… Sin dudas, las experiencias junto a los más desprotegidos del planeta, son removedoras. También en Uy tenemos nuestros desafíos, con ollas populares que siguen manteniéndose en base a la solidaridad después de 6 meses, y que tendrán consecuencias en el largo plazo. Gracias por la «invitación» a que reflexionemos y sigamos cuestionando muchas de las cosas que hacemos, para pensar también en esas historias maravillosas, llenas de humanidad y simplicidad. Me vinieron ganas de darle un buen abrazo a ese taximetrista, de invitarlo junto a su familia a compartir un café o un ron nepalí…mientras nos sentimos tan pequeños y tan grandes. No pude menos que pensar en Krishna, Purna (bauticé a mi ardilla de peluche así, en su homenaje) y demás amigos (o familia) en Nepal.
Volveremos.
¡Salud! Namasté.
Hola Jota! Gracias por tu aporte y comentario. La idea era justamente llamar a la reflexión, el diálogo y la discusión. Esta fue nada más que mi subjetiva visión desde lo que pasa de este lado, pero estoy muy al tanto de que sucede en todas partes del mundo, y que hay muchísima gente desfavorecida, la cual necesita mucho más que nosotros la empatía de los gobernantes y poderosos. Un abrazo grande por ahi, y deseoso de recibirlos en Marzo en la mágica Katmandú. Seguir con ganas de venir y apoyar a nuestros amigos es la verdadera forma de aportar nuestro granito de arena. Abrazo Amigo! Te esperamos!!