Este es el segundo articulo en donde te contamos «como es viajar en tiempos de pandemia». Si no leíste el primero, lo podés encontrar acá. Si lo leíste, sabrás que luego de varias incertidumbres y muchas convicciones, el grupo finalmente llegó a Nepal, y ahi empezó otra aventura.
Primeros días en Katmandú:
Al llegar, la situación en Nepal con respecto a covid era muy tranquila. Había un promedio de 100 casos por día, e informalmente se hablaba de decía «en Nepal ya no hay covid». Mirando atrás eso parece una locura, o más que una locura, un convicción producto de una «sobre-confianza», y más si pensamos en que a esa altura, casi nadie estaba vacunado.
Bueno, el caso es que en aquel momento, en Nepal había muy pocos casos diarios de covid. Desde hacía meses el país funcionaba de manera totalmente normal, y sobretodo: el gobierno había dado el mensaje de que estaban abiertos al turismo y de que esperaban a que los operadores podamos ayudar a reactivar una economía que créenos, estaba (y está) destruida.
Hablando de la economía local:
Uno de los grandes motivos por los cuales queríamos hacer este viaje, era para poder dar trabajo a nuestro equipo local. Hacía más de un año que no generaban ingresos y al no tener capacidad de ahorro, ya estaban (y han vuelto) a la economía de subsistencia. Es decir, todos habían vuelto a sus aldeas y estaban literalmente viviendo de lo que la tierra da.
Pero, si bien la tierra permite que no pasen hambre, el dinero, sigue siendo necesario para otras cosas. La escuela de los niños, el médico de los padres, y ciertos gastos fijos que con la vida que tenían antes habían comprometido, y que ahora los ahogaban cada semana.
Si, la situación no era fácil, y por eso, cuando vimos llegar a los viajeros desde Uruguay a Katmandú, tanto nosotros como Krishna, Durga y Tek (parte de nuestro equipo local) sentimos una alegría inmensa y la ilusión se apoderó de todos.

Mientras tanto en Katmandú:
El «problema» fue que para entonces, la zona turística de Katmandú, que hasta hacía una semana estaba vacía, se había llenado de gente. Y no de turistas-trekkers, sino de ciudadanos Indios los cuales, como respuesta al caos que ya se comenzaba a desatar en su país, habían visto como los países Árabes, cerraban la entrada a todo aquel que había estado en India durante los últimos 14 días.
Ante esa imposibilidad de viajar directamente a Emiratos y Qatar, los ciudadanos Indios, quienes trabajan de a miles allí, y tienen a más miles dependiendo de ellos en India, encontraron la forma de «evadir» la nueva regla. Para eso viajaban a Nepal (que estaba abierto para todos), se quedaban 14 días, y luego viajaban a Medio Oriente.
Eso en principio no fue problema, pero poco a poco, fueron tantos Indios y tantas agencias ofreciendo esta posibilidad, que para cuando empezó la temporada de trekking en Nepal, ya había más de 20.000 Indios viviendo y «haciendo cuarentena» en los hoteles de Katmandú. Ahora todos los hoteles estaban llenos, y los viajeros, que habían llegado todos con test de covid negativos, debían compartir los hoteles que hasta hace unos días estaban vacíos, con toda esta gente nueva. No era la situación más cómoda, el riesgo de que haya un brote de covid allí era grande. Pero, hay que entender que esta situación nos afecta a todos a nivel mundial, y todos tenemos diferentes necesidades. No fue culpa de nadie que esto suceda. De todas formas, tomamos algunas precauciones como desayunar en salones separados de los demás grupos, etc.
En la montaña:
Después de unos días en Katmandú, nos fuimos a la montaña. Para nosotros que estamos acostumbrados a ver la zona del Everest repleta de trekkers, fue una gran sorpresa encontrar los pueblos vacíos. Los niños jugando a la pelota en los caminos, las mujeres saludando a quienes pasaban, los hombres recostados y mirando curiosos y divertidos a los nuevos grupos que iban llegando.
Flotaba en el aire una clima de felicidad, de bienvenida, de entusiasmo. También ellos (los Sherpas que viven en esta zona de la montaña) habían sufrido mucho durante el año pasado, sin trabajo y solo viviendo de lo que la tierra daba.
Quizá por eso, a cada paso nos saludaban con los clásicos «namasté», pero esta vez esos saludos iban acompañados de algún dulce «welcome to Nepal» (bienvenidos a Nepal), que nos reconfortaba el alma.

Hasta la naturaleza parecía feliz. El aire era limpio, y lo que más nos llamó la atención a quienes realizamos este camino de forma regular, fue el silencio.
Generalmente los caminos están muy concurridos con grupos, porteadores, caravanas de burros o yaks cargadores, helicópteros, etc. Si, el silencio en la zona del Everest no es muy normal, pero esta vez el silencio lo impregnaba todo.
Caminábamos durante horas y horas sin ver a otros extranjeros, y solamente acompañados por aldeanos locales. Los primeros días me costó acostumbrarme a esta diferencia y creo que por momentos aburrí a los viajeros mientras destacaba a cada momento lo lindo, silencioso y mágico que estaba todo. A cada paso quería recordarles lo bendecidos que eran por poder ver así al valle del Everest. La gente más amable que nunca, los niños más alegres, el verde más verde, el silencio más profundo, los animales más sosegados.

Esto fue tan así, que una tarde nos encontramos con que una manada salvaje de «antílopes de los Himalayas» y una pareja de venados pastando justo al lado del sendero. Normalmente estos son muy ariscos y verlos es una rareza, pero debido a la calma que había en el área, se habían acercado a los pueblos, y pudimos pasear entre ellos sin que se asusten.

La oportunidad de compartir con escaladores de primera linea:
Otra particularidad de hacer este trekking en este momento del mundo, fue la de compartir y conocer a grandes escaladores, muchos de ellos, con gran fama a nivel mundial.
Generalmente si bien compartimos la misma ruta de trekking con los grupos de escalada, al haber muchos grupos en la zona (de trekking y de escalada) compartiendo el camino y los lodges, uno no se da cuenta de quienes van a la cumbre y quienes solo al campo base, sobre todo porque (aunque parezca mentira) esta «superpoblación» hace que las interacciones sean menores.
Esta vez, al haber tan poca gente, cuando nos cruzábamos con otro grupo en el camino, o cuando compartíamos alojamiento con otra gente, la comunión era muy grande, se conversaba mucho, se intercambiaba, se tenía tiempo.

En esas conversaciones e intercambios nos dimos cuenta de que prácticamente éramos el único grupo de trekking (es decir que iba sólo hasta el campo base), y que todos los demás, iban a la cumbre!! Gracias a eso pudimos conocer a escaladores como Mostafa Salameh, Nirmal Purja, o la Uruguaya Vanessa Estol.
Era tanta la densidad de escaladores que iban a la cumbre del everest, que luego de unos días, ya nadie se preguntaba «a donde van?», sino que la gente directamente preguntaba «van a la cumbre?», tras lo cual, a modo de gracia, simplemente empezamos a responder «no esta vez»… y dejábamos la «pelota picando»🙂

La gente local:
Hay algo que disfrutamos mucho en el trekking y es el poder quedarnos siempre en los mismos lodges cada año. Ya conocemos a las familias, y siempre nos reciben con su famosa y súper cálida hospitalidad sherpa.
Pero, esta vez, como casi siempre fuimos los únicos en cada alojamiento, y en muchos casos, el primer grupo que llegada luego de un año entero sin trabajo, las familias nos recibieron con una hospitalidad que personalmente no había vivido nunca en la montaña.
Sacaban su mejor «chang» (cerveza local producida a partir de la fermentación del mijo) para compartir con nosotros, prendían la estufa sin escatimar en combustible, bailaban, cantaban, a las chicas les daban ropa local para que se prueben y les enseñaban pasos de baile, comíamos juntos, nos sacábamos fotos. Este aspecto del viaje fue lindísimo, y un gran premio para los viajeros que se la jugaron en viajar durante tan complicado momento. Nosotros recibíamos amor, y ellos (los Sherpas) recibían nuestra visita como un haz de esperanza de que todo va a mejorar, así se sintió.

En el campo base:
Otro aspecto de lo más extraordinario fue la forma en que este año pudimos vivir el campo base del Mt. Everest.
La base del Everest es un lugar muy famoso, y si bien la única forma que hay de llegar hasta allí es caminando, y de que no todos los que se lo proponen llegan, aún así, cada año en la piedra que marca la llegada a la base del Everest, siempre hay gente.
Este año éramos el único grupo allí. Nos sacamos fotos con mucha calma. El clima era perfecto, el sol acompañaba golpeando nuestras espaldas, y el ánimo era altísimo.
Tomamos té, comimos galletas, y antes de irnos, nos aceramos a los campamentos donde están las expediciones esperando su oportunidad de cumbre.

Generalmente, debido al volumen de gente, hay cuerdas divisorias con las cuales los equipos mantienen sus espacio. Esta vez la división no existía y de hecho, ellos nos invitaron a sus campamentos.
Fuimos a la cascada de hielo, conocimos como se vive una expedición de cerca, vimos la ceremonia en la cual los escaladores piden permiso a la montaña para escalarla, pudimos desearle suerte a nuestros amigos que se jugaran la vida allá arriba, y sobretodo: vivimos un dia que estoy seguro, nadie de los que estábamos allí, olvidará.

En resumen:
Viajar en tiempos de pandemia fue un éxito.
Los viajeros se llevan varias «perlitas» en su corazón. Ayudaron a mucha gente a volver a trabajar, y si bien con un viaje nadie hace una diferencia económica, esta aventura nos devolvió tanto a nosotros como a toda la gente local involucrada, la alegría del compartir.
Nos dio un rayo de esperanza de que en algún momento todo estará bien. Nos dio la energía y el apoyo que estoy seguro, todos necesitábamos para afrontar lo que sea que quede hasta la próxima vez que podamos volver a hacer lo que más nos gusta: en nuestro caso y el de Krishna, Tek y Durga, es guiar viajes; en el caso de otros colaboradores es recibirnos en sus alojamientos, para otros es cocinar, para otros es manejar, y al final, para todos es compartir y servir (en el buen sentido de la palabra) a quienes confían en nuestro trabajo.
Gracias por leernos!
Martin
2 comentarios en “Viajar en tiempos de pandemia? 2”
Jaja, seguir esta serie de blogs con tanta intriga….. es estimulante.
Gracias Pame!!Abrazos, mañana sigue el último!